Como un signo del cambio de tiempos en Hollywood, sus jóvenes estrellas están hablando con honestidad de su salud mental. No quieren para ellas el mismo destino de otras celebridades, como Marilyn Monroe, Judy Garland o Robin Williams, que mantuvieron en secreto —y perdieron— sus batallas contra diferentes trastornos.
Tom Holland, el protagonista de la más reciente saga de “El Hombre Araña”, anunció el domingo 14 que se tomaba una pausa de Instagram —en la que su cuenta tiene 67 millones de seguidores— y Twitter porque le afectan los comentarios que de él circulan en plataformas.
“A veces quedo atrapado y caigo en una espiral sin fondo cuando leo cosas sobre mí en internet y, en última instancia, es muy perjudicial para mi estado mental. Así que decidí apartarme y eliminar la aplicación”, dijo.
Cuatro años antes, Selena Gómez se alejó de las redes sociales —su asistente es quien actualiza las cuentas de la artista— para preservar su salud mental después de ser diagnosticada con trastorno bipolar.
Cerrar las redes sociales?
Entonces, ¿deberíamos todos despedirnos de esas plataformas? No, según considera la psicóloga Sally Vanega Romero, doctora en Ciencias de la Salud, porque “tienen una función muy importante, nos ayudan a socializar; sin embargo, cuando el uso no es el debido pueden afectar la salud mental”.
Moderar el tiempo que se destina a diario a las redes sociales sería un paso para controlar el impacto de sus contenidos en la salud mental, de acuerdo con Vanega Romero, maestra en Psicología Clínica Infantil y del Adolescente y profesora e investigadora de la Facultad de Psicología de la Uady.
La neuropsicóloga señala que, aunque no hay consenso sobre la cantidad de horas adecuada para utilizar las redes sociales, es saludable que no abarque un tercio de la duración del día.
En ese sentido, recuerda que la jornada diaria debe dividirse en tres bloques de ocho horas cada uno: uno para dormir, otro para estudiar o trabajar, y uno más para comer, bañarse, ejercitarse y recrearse.
En ciertas temporadas, como vacaciones, el uso de las plataformas sociales podría aumentar, “pero no se puede tener una jornada de ocho horas utilizando redes, porque no es sano”, alerta.
Para controlar el tiempo sugiere aprovechar la función de los equipos móviles que mide la duración de uso, hacer “contratos familiares” que precisen los momentos y espacios que excluyen el empleo de dispositivos (la comida, después de las 10 de la noche…) y, “sobre todo cuando son niños y adolescentes, que los papás den la pauta”.
¿Cómo afectan las redes sociales a la salud mental?
La doctora Vanega Romero, coordinadora del programa de doctorado de la Facultad de Psicología, explica que “algunas corrientes de la psicología sostienen que el concepto de uno mismo se genera a partir de tres ejes: lo que pienso de mí, lo que las demás personas piensan de mí y los resultados tangibles”.
Cuando hay armonía entre los tres ejes se logra una autoestima equilibrada, destaca. Las plataformas sociales rompen el balance al darle más peso a la opinión de los demás sobre uno mismo.
A pesar de que nadie está exento de experimentar los efectos negativos de las redes sociales, la neuropsicóloga indica que los adolescentes y adultos jóvenes son los más vulnerables.
“Pueden experimentar ira, miedo, angustia, tristeza, frustración; algo más grave como ansiedad o procesos depresivos; insomnio, hay personas que dejan de lado la actividad de la escuela y el trabajo por lo mucho que les afecta lo que están percibiendo en redes sociales”.
“Han habido casos de personas que se suicidan por el no reconocimiento en redes sociales o por la demasiada crítica y el ciberacoso”.
La doctora Vanega Romero agrega que la idea que relaciona la presencia en plataformas con el estatus tiene igualmente impacto en la salud mental. “Encontramos adolescentes que pasan mucho tiempo planeando que sus fotos alcancen ciertas vistas o ‘likes’. No obtenerlos les genera mucha ansiedad”.
Hay, asimismo, miedo a perderse noticias, a no formar parte de grupos virtuales y a las consecuencias de no responder a todos los comentarios que se reciben, además de presión por hacer publicaciones atractivas, al punto de ser irreales.
“Los filtros nos embellecen; no son malos, incluso son graciosos, el problema es cuando se depende al 100% de verse bien”.
Salud mental y redes sociales, nadie está excluido
La neuropsicóloga enfatiza que ni los adultos, que “por biología son menos impulsivos”, ni las personas de la tercera edad están excluidos de resentir el impacto negativo de las redes. Sin embargo, en esos segmentos de población no todos tienen las habilidades y los conocimientos que se necesitan para mantener una activa vida digital.
Ahora que en materia de género “es probable que, por cuestiones culturales y de nuestro medio, las mujeres sean un poco más vulnerables”.
Las celebridades tampoco están blindadas contra los daños emocionales de las críticas en plataformas. “Pensamos que los famosos están preparados porque saben que son figuras públicas, pero todo tiene su límite”, dice la neuropsicóloga, que advierte que si el denuesto de la figura y las habilidades de la estrella llega a niveles muy altos “generaría muchísima ansiedad e incluso puede conducir al suicidio”.
Fuente: Yucatan.com