La desigualdad de género acrecienta los problemas de salud mental en las mujeres: “Yo tengo un trastorno bipolar, no soy bipolar”

“Yo tengo un trastorno bipolar, no soy bipolar” comienza Carmen Agrafojo Betancor como representante de la Asociación Bipolar de Las Palmas durante unas jornadas sobre Mujeres, Sufrimiento Psíquico y Suicidio en la capital grancanaria. La necesidad de separar el diagnóstico de la persona es fundamental para luchar contra la estigmatización de quienes padecen una enfermedad mental. También lo es el análisis integral desde todos los prismas. Entre ellos, la perspectiva de género para explicar las causas sociales.

La profesora de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) y doctora en Psicología María Asunción González recalca la influencia que tienen los modelos de feminidad y el peso del ideal de la maternidad en la salud mental de las mujeres. El conocimiento de las consecuencias psíquicas requiere un análisis complejo y multidisciplinar. Desde puntos biológicos o psicológicos hasta factores económicos, socioculturales y medioambientales. Incluso la contaminación o el tipo de alimentación son valores a tener en cuenta.

En 2020, 2.930 hombres y 1.011 mujeres se quitaron la vida. A pesar de que las mujeres intentan suicidarse tres veces más que los hombres y están más medicalizadas, ellos son protagonistas de la mayoría de los suicidios consumados.

En las relaciones heteronormativas “estar emparejado o casado es un factor de protección para los hombres y en cambio un factor de riesgo para las mujeres, sobre todo si tienen hijos”, ejemplifica la doctora. Algunos de los condicionantes sociales que más afectan a las mujeres son la baja autovaloración y las altas expectativas, los ideales estéticos, las jornadas interminables o la desigualdad en las relaciones de pareja.

Por ejemplo, ellas cuidan pero no reciben ese cuidado. “Los hombres, cuando tienen un infarto o tienen cáncer, tienen a las mujeres que los cuidan. Las mujeres, sin embargo, aunque estén de baja, siguen sobrecargadas con las tareas domésticas. Todo eso es un peso enorme”, explica la doctora en Psicología.

El cuerpo se convierte en el altavoz del sufrimiento oculto en la vida de las mujeres. Ellas encabezan la lista de los trastornos más frecuentes: depresión, trastornos de ansiedad, de estrés postraumático o de alimentación. También ocupan las tareas del hogar o el cuidado de los niños. Mientras que los hombres se encargan de la reparación. Dentro de la teoría feminista las labores interminables para las mujeres se definen como segunda o tercera jornada, puesto que no termina al salir del trabajo en el caso de las mujeres asalariadas, sino que se extiende en el cuidado de la familia, el hogar y en algunos casos en las labores comunitarias o de activismo.

Los hombres también sufren estos padecimientos, pero suelen ocultarse tras otras enfermedades como el consumo de alcohol y otras sustancias tóxicas. “El género actúa como una categoría multiplicadora de discriminaciones”, señala Pilar Álamo, coordinadora del Programa de Igualdad de Salud Mental Atelsam. Asimismo, las investigaciones epidemiológicas dan a los hombres mayor presencia en conductas psicopáticas, antisociales o toxicomanías. “Los hombres externalizan su agresividad como mecanismo de defensa, las mujeres en cambio la interiorizan y se refleja luego en síntomas físicos”, explica la catedrática de la ULPGC.

“El género es un factor social determinante que interactúa con otros determinantes sociales”, cuenta la Directora General de Salud Pública del Gobierno de España, Pilar Aparicio. Por ejemplo, las alteraciones psicológicas en víctimas de violencia de género son muy frecuentes en los diagnósticos en atención primaria. En este sentido, los pensamientos suicidas en mujeres víctimas de violencia machista física, entre los que se incluye la violación, son cinco veces más frecuentes que en mujeres que no lo han sufrido.

Los problemas en la salud mental también se dan con mayor frecuencia entre las personas migrantes. Las personas racializadas y/o migrantes sufren la falta de redes de apoyo, el racismo, la hostilidad de un país extranjero, que las hacen más propensas a sufrir trastornos. Lo mismo ocurre con las personas del colectivo LGTBI, con el agravante de que la transexualidad no fue retirada de la lista de trastornos mentales de la Organización Mundial de la Salud (OMS) hasta 2018.

La medicalización del dolor

De acuerdo con los datos ofrecidos por el Gobierno de Canarias el 29% de la población padece un trastorno de la salud mental. En todos los grupos de edad las mujeres suelen ser diagnosticadas más con este tipo de enfermedades. “Lo que se está psiquiatrizando y medicalizando tiene que ver con problemas sociales que no se están sabiendo atajar”, reflexiona la coordinadora de Píkara Magazine, Andrea Momoitio.

La prescripción de psicofármacos es más frecuente también hacia las mujeres. En España son prescritas con psicofármacos el doble de veces que los hombres. El país lidera el consumo de benzodiacepinas, de acuerdo con la Junta Internacional de Estupefacientes de Naciones Unidas. Este tipo de psicotrópico está detrás de medicamentos como el diazepam, el alprazolam o el clonazepam, sedantes utilizados para tratar la ansiedad o el insomnio. Los datos estiman que de cada 10 personas que toman psicofármacos en España, 8,5 son mujeres.

¿A quién acudir?

Canarias es la tercera comunidad autónoma en suicidios en España, pero las cifras actualizadas no se publican desde el año 2020. “La demanda es infinita en salud mental y todo el mundo quiere tener acceso”, comienza la coordinadora de Salud Mental de Canarias, Natalia González Brito. En el protocolo canario la primera atención se da desde medicina y enfermería familiar, así como desde los psicólogos de primaria. Esta última incorporación es bastante reciente y se enmarca dentro de un proyecto piloto.

Sin embargo la sobremedicación y la patologización de problemas sociales en las primeras consultas de atención primaria es una de las críticas realizadas por pacientes y activistas durante estas jornadas. Tras pasar el filtro de atención primaria están las redes de salud mental, destinadas a personas con trastornos mentales graves y en última instancia, los hospitales. Sin embargo a junio de 2022 en total había 2.778 personas esperando a ser atendidas por el Área de Psiquiatría de los hospitales canarios.

Las personas pobres tienen más dificultades para poder acceder a las vacaciones o desconectar de formas sanas y esto también influye en la salud mental. “Cuando la vida te pone al límite la mente se resquebraja”, continúa Agrafojo Betancur. Además de bipolaridad, Agrafojo tiene un Trastorno Límite de la Personalidad (TLP). “Esta enfermedad aparece sobre todo en chicas jóvenes. Se caracteriza especialmente por tener ataques de ira o cólera, principalmente con las personas cercanas”, lo describe. Para ella la importancia de crear vínculos y espacios seguros lejos de la medicalización o la hospitalización es crucial.

ONG que suplantan las carencias públicas

El debate trata de romper con las normas establecidas en la actualidad. Critica el método de atar a las pacientes a una cama como forma de terapia, la medicalización desde la primera consulta en atención primaria y la falta de asistencia pública.  “Te quitan los cordones de las playeras y el sujetador para evitar que te suicides”, narra Betancor tras varias hospitalizaciones en el área de salud mental de los centros grancanarios. Las asociaciones tratan de crear espacios seguros en un sistema público lleno de heridas. De primera mano, intentan mostrar a las personas neuroatípicas qué es lo que les ocurre, para crear lugares contra el aislamiento.

En esta línea se sitúa Fátima Masoud Salazar, de Orgullo Loco Madrid, quien critica el tratamiento de las mujeres en los sistemas sanitarios. “Sufrimos abusos dentro del propio sistema de salud mental y estamos desautorizadas a denunciarlo por nuestros propios diagnósticos. Nadie nos cree porque estamos locas”, ironiza Masoud. “¿Estamos locas o nos hacen sentir locas de tanta desigualdad?”. A ello se suma Eva Roncero de Mejorana: “Nos atan a la cama y todavía dicen que ese método es una terapia”.

El 024

El suicidio es uno de los principales problemas a los que se enfrenta el panorama sanitario actual. En mayo de este año se puso en marcha el teléfono de atención a la conducta suicida 024. Esta iniciativa no se plantea como una solución o el reemplazo a las terapias, sino como una herramienta más para atajar la prevención de las ideaciones y actos suicidas. Desde su puesta en marcha y hasta el 3 de octubre de este año el teléfono recibió 55.448 llamadas. En ellas se registró un mayor número de mujeres que de hombres. 1.392 de las mujeres que llamaron presentaban un riesgo alto de suicidio y 2.167 tenían ideaciones suicidas.

Fuente: El Diario 

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