Más de cuatro mil colombianos se han quitado la vida en el último año y medio, en Colombia. ¿Qué pasa con nuestra salud mental?
Muchos usuarios de las redes sociales, en su afán morboso de frivolizar lo trascendental, viralizaron la carta desesperanzada de una joven que se suicidó en Medellín. Su dolorosa historia recibió likes, emoticones de lágrimas y réplicas, aunque también llamados de atención de muchos expertos que pedían respeto y prudencia por el dolor de su familia.
Lo que queda claro es que se trata hoy de un flagelo más común de lo que pensamos. La joven víctima llegó a engrosar la triste cifra que compartió en septiembre pasado la Procuraduría General de la Nación: entre enero de 2021 y julio de 2022, 4.159 colombianos se han quitado la vida.
Es un problema de salud pública, advirtió el Ministerio Público: cada día, en promedio, se quitan la vida siete personas en Colombia, y la mitad corresponde a adolescentes y jóvenes. Por eso lanzó un llamado urgente a todas las entidades del Estado para que le pongan la lupa a esta situación y establezcan políticas públicas para atenderla.
Y es que la salud mental no es un asunto para esconder. “La procesión va por dentro”, se dice, mientras se estigmatiza a las personas que acuden a las terapias sicológicas o siquiátricas. “Está yendo donde el loquero”, se burlan aún algunos, en el afán de marcar despectivamente a quienes buscan ayuda profesional cuando lo requieren, sin saber -o sabiendo- que las palabras pueden tener un efecto demoledor y paralizante.
Este 10 de octubre se celebró el Día Mundial de la Salud Mental, y en Colombia fue la oportunidad para volver la vista hacia el ecosistema educativo del país, y preguntarse de qué manera está afrontando los problemas de salud mental de los niños, adolescentes y jóvenes.
Los datos entregados recientemente por la Universidad Javeriana y la firma Welbin, una empresa social que trabaja por mejorar el bienestar de las comunidades educativas, son preocupantes. Un estudio realizado por las dos entidades, en 1.556 instituciones educativas de 31 departamentos del país, indica que, en promedio, solo hay un psicólogo por cada 800 estudiantes en los colegios oficiales, y uno por cada 285 alumnos en los colegios privados.
Ya se sabe que la pandemia del COVID19 agudizó el problema, y obligó a las instituciones a establecer rutas de solución. Según el índice Welbin (así se denomina el estudio), el 88 % de los niños tuvo alguna afectación en la salud mental, y el 42 % presentó problemas académicos. Los colegios, indica el informe, no cuentan con los recursos físicos ni profesionales para atender la salud mental y emocional de sus estudiantes: a nivel nacional se cumplen en solo un 36 %.
Gran reto tiene la sociedad en su conjunto para atender esta situación. Un llamado a las entidades gubernamentales, en todos los ámbitos y niveles, para que garanticen los recursos necesarios para la atención eficaz y oportuna; y al entorno familiar, para que propicie un espacio de diálogo, análisis y comprensión a las personas que lo necesiten. Y, por supuesto, a los otros, los que miran los problemas desde la barrera, “esto no es conmigo”: la salud mental no es un asunto mínimo ni accesorio. Nada de frivolidades.
Fuente: Vivir en El Poblado