El ghosting ocurre cuando alguien corta toda comunicación en línea con otra persona sin una explicación. Es decir, como un fantasma, simplemente desaparecen.
El fenómeno es común en las redes sociales y los sitios de citas, pero con el aislamiento provocado por la pandemia, que obligó a más personas a estar juntas en línea, sucede ahora más que nunca.
Royette T. Dubar, profesora de psicología en la Universidad Wesleyan, escribió una columna para The Washington Post en la que explicó la correlación del ghosting y la salud mental mediante un estudio del uso de la tecnología en las relaciones interpersonales y el bienestar.
“Dadas las consecuencias psicológicas negativas de las relaciones frustradas, especialmente en los años emergentes de la edad adulta, entre los 18 y los 29 años, quería entender qué lleva a los estudiantes universitarios a hacer ghosting a otros, y si tenían algún efecto percibido en la salud mental de quien recibe el rechazo”, escribió.
Para llevar a cabo el proyecto su equipo de investigación reclutó a 76 estudiantes universitarios a través de las redes sociales y volantes en el campus, el 70% de ellos mujeres. Los participantes del estudio se inscribieron en uno de los 20 grupos de enfoque, que variaron en tamaño de dos a cinco estudiantes.
Las sesiones grupales duraron un promedio de 48 minutos cada una. Los participantes respondieron a las preguntas que les pedían que reflexionaran sobre sus experiencias siendo fantasmeados.
“Algunos estudiantes admitieron que hicieron ghosting porque carecían de las habilidades de comunicación necesarias para tener una conversación abierta y honesta, ya sea que la conversación fuera cara a cara, por mensaje de texto o correo electrónico”, explicó Dubar.
En algunos casos, los participantes optaron por el fantasmeo al pensar que reunirse con la persona despertaría sentimientos emocionales o sexuales que no estaban preparados para experimentar.
Entre los encuestados 45% utilizó el ghosting para alejarse de una situación «tóxica», «desagradable» o «insalubre». «Es muy fácil chatear con completos extraños, así que [el ghosting es] como una forma de protección cuando un tipo espeluznante te pide que envíes desnudos y cosas así», respondió una mujer de 19 años.
Una joven de 18 años respondió que el fantasmeo era “una forma un poco más educada de rechazar a alguien que decir directamente: ‘No quiero hablar contigo’”.
Las consecuencias del ghosting
La investigación respaldó la idea de que el ghosting puede tener consecuencias negativas para la salud mental. A corto plazo, muchos de los fantasmeados sintieron un rechazo y una confusión abrumadores. Informaron sentimientos de baja autoestima.
Parte del problema es la falta de claridad: no saber por qué la comunicación se detuvo abruptamente. A veces, surge un elemento de paranoia cuando el fantasmeado trata de darle sentido a la situación.
A largo plazo, el estudio encontró que muchos de esos sentimientos de las víctimas fantasmas, como la desconfianza, se desarrollaron con el tiempo. “Algunos traen esta desconfianza a futuras relaciones. Con eso puede venir la internalización del rechazo, la autoculpa y el potencial de sabotear esas relaciones posteriores”, explicó la psicóloga.
En cuanto a las personas que practican el ghosting, hubo una serie de consecuencias psicológicas. Alrededor de la mitad de los grupos focales que lo hicieron experimentaron sentimientos de remordimiento o culpa; el resto no sintió ninguna emoción en absoluto.
Sin embargo, poco más de la mitad de los participantes del estudio confesaron que ser fantasmeados ofrecía oportunidades para la reflexión y la resiliencia.
“Puede ser en parte positivo el ghosting porque pueden darse cuenta de algunas de las deficiencias que tienen y pueden cambiarlo”, dijo una joven de 18 años.
Fuente: El Tiempo Latino