Suicidio: así se puede evitar el aumento de casos

Expertos le dan algunas pautas para evitar que se produzca el efecto Werther e indican cómo se deben abordar estos temas en los medios de comunicación.

El efecto Werther se produce cuando un suicidio sirve de modelo para posteriores actos suicidas. El modelo puede ser una celebridad, pero también puede ser un pariente, un vecino, un amigo o una figura ficticia, por ejemplo, de una novela.

El término efecto Werther fue utilizado por primera vez en el ámbito académico en 1974 por David Phillips, quien analizó el efecto de las noticias sobre el suicidio de famosos que aparecieron en la portada del New York Times.

Comparando las estadísticas de suicidio antes y después de la cobertura mediática de estos suicidios, y después comparándolas con los mismos períodos de años anteriores y posteriores, descubrió que después de 26 de las 33 informaciones sobre suicidios de famosos, se observó un aumento significativo en el número de muertes por suicidio.

La magnitud del efecto Werther fue mayor cuando había informaciones de seguimiento: cuanta más publicidad se dedicaba a una historia de suicidio (por ejemplo, cuantos más días aparecía una noticia de suicidio en la portada), mayor era el aumento de suicidios posterior.

Por ejemplo, en los dos meses que siguieron al suicidio de Marilyn Monroe, con una enorme cobertura mediática, se detectó un exceso de 303 suicidios en Estados Unidos y 60 en Inglaterra y Gales.

Así nos lo cuenta el CIBER de Salud Mental (CIBERSAM) que acaba de difundir la ‘Guía para periodistas sobre la cobertura mediática del suicidio’, con el objetivo de ofrecer consejos prácticos sobre cómo informar de forma responsable sobre el suicidio.

Estudios sobre el caso Werther

El citado manual, que es parte de las acciones que contempla el Proyecto Europeo EAAD-Best para la detección precoz de la depresión y la prevención del suicidio en la UE, que en España coordina el CIBERSAM, refiere además que un metaanálisis y una revisión sistemática recientes han reportado que en el período de 1 a 2 meses después de que los medios de comunicación informen de la muerte de un famoso por suicidio, el número de suicidios parece aumentar entre un 8 y un 18%.

Y cuando se informa de un método de suicidio específico, hay un aumento de entre un 18 y un 44% en el riesgo de suicidio por el mismo método.

El efecto Werther se produce cuando un suicidio sirve de modelo para posteriores actos suicidas.

Así, en los cinco meses posteriores a la muerte por suicidio del mundialmente conocido actor Robin Williams en 2014, en Estados Unidos y tras una intensa cobertura mediática, se produjo un exceso de 1.841 muertes por suicidio en comparación con el mismo periodo del año anterior (un aumento del 9,85%).

Un número mayor de suicidios con el mismo método (es decir, asfixia), el mismo género (es decir, masculino) y en un grupo de edad similar al de Williams.

En las dos semanas que siguieron al suicidio del portero de la selección alemana de fútbol Robert Enke en 2009 y tras una intensa cobertura por parte de los medios de comunicación, el número de suicidios en Alemania arrojándose a las vías del tren se duplicó.

Lo más problemático de este caso es que se observaron efectos a largo plazo: en los dos años siguientes se constató un aumento del 19% de los actos suicidas en el ferrocarril en Alemania, en comparación con los dos años anteriores.

Además, este efecto Werther del suicidio no sólo se produjo en Alemania, sino también en los países europeos vecinos: Países Bajos, Hungría, Austria y Eslovenia.

Suicidio: posibles mecanismos del efecto Werther

Aunque la cobertura mediática de los suicidios de famosos no sea la razón principal de los actos suicidas, puede influir en el proceso de toma de decisiones de una persona durante una fase crítica y servir de desencadenante, proporcionar un modelo sobre cómo hacerlo y reducir el umbral para pasar al acto.

Una intensa cobertura informativa por parte de los medios de comunicación puede provocar la identificación con la persona fallecida y la “normalización” del suicidio como una forma aceptable de hacer frente a una crisis.

Además, la información sobre los métodos letales de suicidio, puede influir en la elección del método, lo que puede dar lugar a un aumento de las muertes por suicidio.

Informar bien salva vidas

La guía para periodistas de la EAAD ofrece las siguientes recomendaciones sobre cómo se debe y cómo no se debe informar sobre el suicidio.

 

Cómo se debe informar

El mensaje principal de una noticia sobre suicidio tiene que estar centrado en animar a las personas a buscar ayuda y proporcionar información sobre dónde encontrarla, por ejemplo, incluyendo los datos de contacto donde pedir ayuda a nivel local o nacional, como líneas de ayuda operativas de 24 horas, grupos de apoyo mutuo, recursos sanitarios o centros de tratamiento.

Se debe limitar la duración de la cobertura y la prominencia de la noticia.

Siempre que sea posible, debe aprovecharse la oportunidad para educar e informar a los lectores sobre el suicidio y los factores de riesgo relacionados (enfermedades mentales, depresión, abuso de alcohol, sustancias), las señales de alerta y los recientes avances en el tratamiento de las enfermedades mentales.

Debe transmitirse el mensaje de que el suicidio no es una debilidad o un defecto de la persona, sino que, en la mayoría de los casos, es el trágico resultado de una enfermedad mental.

En la información, debe destacarse qué tratamientos o ayuda profesional están disponibles.

Es recomendable incluir información sobre opciones alternativas de resolución de problemas, habilidades de afrontamiento o estrategias para gestionar las crisis.

Se debe informar del suicidio como una pérdida evitable.

Es recomendable pedir opinión a profesionales expertos en prevención del suicidio (psiquiatras, psicólogos) e incluir sus opiniones en la información.

Cómo NO se debe informar

La información no debe ser destacada, se debe evitar publicar la noticia en la portada de los medios

impresos y los titulares sensacionalistas o dramáticos deben evitarse, y no se deben incluir en el titular términos como suicidio, suicida o palabras estrechamente relacionadas.

El suicidio no debe presentarse de forma favorable, dramática o glorificada (por ejemplo, como algo heroico o romántico), ni mencionarse ninguna consecuencia positiva del suicidio.

No debe presentarse el suicidio como una solución comprensible o una opción razonable ante una crisis.

El suicidio no debe describirse como algo inexplicable o como si no hubieran existido señales de advertencia; debe evitarse la creencia errónea de que no se puede hacer nada contra el suicidio.

Las causas del suicidio no deben simplificarse, y no debe sugerirse que alguien murió de forma instantánea o que su muerte fue rápida, fácil o indolora.

Debe evitarse mencionar los métodos de suicidio (especialmente los métodos novedosos o inusuales).

No debe describirse el lugar del suicidio, especialmente cuando se trate de un lugar público de fácil acceso (por ejemplo, un acantilado, un puente o una vía férrea) o un lugar específico, como el bosque de los suicidas de Aokigahara, en Japón.

También debe evitarse proporcionar información detallada, como la altura de un puente o un acantilado.

No deben utilizarse fotos o vídeos de la persona fallecida, o de sus familiares y amigos tras la muerte, incluyendo los homenajes públicos o funerales.

Si se incluye una foto, es mejor utilizar imágenes neutras y no emotivas, por ejemplo relacionadas con el ámbito profesional o los estudios.

No deben mencionarse cartas de despedida, pactos o notas de suicidio. Si la persona fallecida dejó una nota, el contenido de la misma no debe detallarse ni referirse a ella como “nota de suicidio”.

Las declaraciones sobre las causas del suicidio no deberían provenir de la policía, los servicios de emergencias o los testigos; más bien deben citarse las opiniones de los expertos.

En los medios digitales, no debe ofrecerse la posibilidad de comentar o compartir la noticia en redes sociales u otros sitios web.

No debe informarse sobre un suicidio del mismo modo que se informaría sobre un delito, sino que debe considerarse como un problema de salud pública.

El suicidio es un grave problema de salud pública: en 2019, alrededor de 800.000 personas en todo el mundo y unas 48.000 en Europa, murieron por suicidio.

Se estima que el 90% de los suicidios se producen en el contexto de un trastorno mental, siendo la depresión el más importante.

Los suicidios de personajes famosos deben tratarse con especial cuidado.

Los suicidios tras un asesinato, en los que una persona mata a otras antes de quitarse la vida, deben tratarse con mucha precaución; los suicidios por asesinato son raros pero pueden atraer niveles importantes de atención mediática, concluye la citada guía de CIBERSAM.

Fuente: El Universal

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